Reporte de supervisión: ¿qué es hacer
terapia infantil?
El
presente ensayo refiere mi experiencia en cuanto a la aplicación de terapia
infantil y una comparativa entre la teoría y la práctica de la misma. Se llevará
a partir de un cuestionario sugerido en relación directa con la experiencia
personal en dichas prácticas.
Las
practicas en la terapia infantil refiere una gran importancia al juego como
forma de expresión, contención, aprendizaje e intervención en cada caso en
particular; debe considerarse que el juego es un elemento terapéutico por
excelencia en la intervención con niños, sin embargo puede ser útil también en
el tratamiento de adolescentes y; en ocasiones, del adulto.
¿Qué
aprendí de mi experiencia en comparación con la teoría de terapia infantil?
El aprendizaje en la terapia es un
cambio de percepción una vez que los elementos de la teoría se aplican en la
realidad.
Cada paciente es distinto, sin
embargo, cuentan con elementos recurrentes; el juego es uno de ellos y el más
utilizado como herramienta de cambio.
El juego por si solo es un elemento de
cambio en el proceso terapéutico si: el terapeuta se presta honestamente al
juego, el adulto participa activamente en el proceso terapéutico, se confirma
que el consultorio es un lugar seguro de experimentación pero con la intensión de
llevar los logros a la vida diaria y se considera la teoría al respecto como
solo conceptos que guían al terapeuta,
no un método ortodoxo de proceso. Como refiere Oaklander los siguientes
conceptos:
“…Energía agresiva: Refiere a la
acción para satisfacer la necesidad, partiendo de las necesidades básicas como
la alimentación, el experimento permite reconocer el cierre del ciclo para
permitir el surgimiento de una nueva figura.
Se reconoce como una sensación de
poder, de intención que puede liberarse en terapia.
Expresión de sentimientos: Permite el
fortalecimiento de sus partes perdidas o estancadas por causas diversas.
Logrado el conocimiento de su cuerpo y sensaciones, se puede dirigir la terapia
al reconocimiento y posterior expresión de sus emociones. Las técnicas proyectivas
y expresivas son el medio para lograrlo…” (Oaklander, 1998).
¿Cuál
es mi opinión sobre el juego y el jugar?
A partir de los 4 años de edad el niño
se permite un juego donde la interacción social forma parte del mismo; por lo
que se convierte en un medio de comunicación del niño con su entorno; además de
ser un medio de expresión. Debe considerarse que el adulto debe ser honesto en
la práctica del juego ya que el niño detecta la falsedad; el terapeuta, por su
parte, debe ser tanto un participante como un observador del proceso, del niño
y sí mismo para obtener información relevante. Como explica Martin Buber “…el terapeuta se entrega de
lleno a la sesión dejándose afectar por la misma; se elimina la separación
niño/adulto o terapeuta/paciente para lograr una relación de iguales. Dirige
hasta cierto punto la sesión; sin llegar a manipularla y perderse en la
relación con el paciente…” (Oaklander, 1998).
El juego es un ensayo de la vida real,
por lo que el terapeuta debe considerar que las actividades que realiza el niño
son prácticas de su aprendizaje en un entorno seguro; le debe permitir
equivocarse, experimentar con el entorno y realizar labor imaginativa para un óptimo
resultado. Como expresa Abad Molina “…El juego es una tendencia innata del
hombre y representa por antonomasia el movimiento y la libertad como
realización y visualización de mundos de posibilidades. El juego es una función
elemental en la vida del ser humano…” (Abad, …)
Ya que el juego es el medio por
excelencia en la expresión del niño, es necesario que el terapeuta promueva un
espacio de autenticidad en el desarrollo, ya que es una experiencia total, el
juego es una herramienta de socialización, evolución, expresión, comunicación y
empatía; el terapeuta cuenta con una herramienta muy importante, pero debe ser
honesto consigo mismo antes que con el paciente.
Considerando el proceso del juego como
un medio de diganóstico, se apoya el mismo con lo que expresa Pablo Lazcano “…el
diagnóstico vincular, el cual maneja como modelos teóricos la dialéctica, la
fenomenología, el psicoanálisis y la psicología genética. Este enfoque tiene
como objeto de conocimiento el psiquismo y la psicopatología del ser humano
total en su calidad vincular, utilizando como sistema de causalidad la
sobredeterminación. Su metodología para la verificación es la validez empírica
predictiva y la validez de constructo. Las técnicas que este enfoque maneja
para diagnosticar son: el grupo operativo, una metodología vincular en la
entrevista, metodología vincular en la interpretación de las técnicas proyectivas
y la historia clínica diagnóstica…” (Lazcano, …)
¿Qué
habilidades previamente adquiridas apliqué en terapia?
En lo personal comprobé la eficacia de
la comunicación efectiva en el desarrollo de terapia.
Considero que la observación y una
buena memoria son herramientas determinantes para el desarrollo y seguimiento
en el proceso terapéutico. Como expresa Naranjo que”… La visión para percibir
la posibilidad de transformación que yace en el siguiente momento. Experiencia
con las transiciones sutiles que nos guían hacia comienzos aptos y finales
apropiados. (Naranjo,…)
El desarrollar un discurso adecuado
tanto para el niño como para el cuidador es de vital importancia: me es
necesario explicar lo mismo a ambos, apliqué sutiles cambios en palabras,
conceptos o propuestas a fin de que ambos comprendieran con claridad.
Considero que mi habilidad para
situarme en la posición de un niño me facilitó mucho la interacción con los
pacientes.
Se consideran como necesarias ciertas
habilidades, pero no suficientes, que el terapeuta posea tres competencias
relacionales (Rogers, 1951):
·
Aceptación:
se entiende el interés mostrado por el terapeuta hacia el paciente y su
problemática. Interés que no debe de ser demasiado efusivo ni sobreprotector.
·
Empatía:
se refiere a la habilidad del terapeuta de entrar en el mundo del paciente y
experimentar cognitiva y afectivamente el mundo como lo hace este.
·
Autenticidad:
se refiere a la franqueza del terapeuta con el paciente, para que este tenga
una imagen realistas de lo que puede (y no puede) esperar sobre el terapeuta o
la terapia. Sin embargo es conveniente que esta franqueza sea conjugada con la
diplomacia y se manifieste en momentos oportunos.
·
El
terapeuta gestalt cuenta con un diploma o constancia de que ha finalizado una
formación profesional en un instituto de Gestalt reconocido por las autoridades
del país donde estudió o por alguna asociación académica reconocida.
·
Es
puntual y comprometido.
¿Cuál
es mi opinión acerca de las sesiones de supervisión y mi experiencia en ellas?
Considero que el intercambio de opiniones
y experiencias de los demás terapeutas fue muy enriquecedor, la visión en
conjunto de los procesos lograron descubrir elementos que por mi parte no
fueron claros.
El hecho de compartir dudas en los
procesos me aligeraron la carga de llevar una buena o mala praxis, el refuerzo
tanto del asesor como otros terapeutas que están en la misma situación me
confirmaron que ciertas técnicas les han sido útiles, a la vez que refinaron mi
sentido de empatía. Según Figueiredo “…El conocimiento tácito del psicólogo es
su conocimiento de la artesanía, en la que las teorías están impregnadas por la
experiencia personal y no pueden separarse una mezcla de impregnación; aprender
este oficio es intransferible medida radicalmente personal, grande y
difícilmente comunicable. El resultado es que la adhesión explícita a una
"escuela", dice muy poco de práctica profesional efectiva; de
hecho, creo que cuanto más la luz de la experiencia, más tiempo en la
profesión, más variables personales tendrá un peso en la definición de las
prácticas y creencias de los psicólogos…” (Figueiredo, 1993)
El retomar los casos durante las
asesorías me permitió rescatar elementos que había pasado por alto durante las
sesiones; se hicieron notar datos que en el momento me parecieron irrelevantes,
a la par de que apoyé a otros terapeutas en el mismo proceso. Según Dutra “…Es
difícil para nosotros también, supervisores, "transmitir"
conocimiento de lo que una escucha clínica, ya que consiste en una actitud, tal
como la entendemos, su desarrollo implica necesariamente la experiencia de toda
una forma de ser, por disponibilidad de apertura al otro, lo que, de alguna
manera, llevar a la persona a su "otro"; por lo que la necesidad
de correr el riesgo de esta aventura también está disponible para usted y la
otra hacia un universo desconocido…” (Dutra, 2009).
La participación en las asesorías me permitió
visualizarme con certeza de mi profesionalismo como terapeuta.
El
juego es un medio de comunicación y expresión superior a el lenguaje hablado,
incluso más rico que el lenguaje corporal, ya que el niño expresa y se
desarrolla a través de él. Abarcando la experiencia de la asesoría, el juego
con el niño y la experiencia en terapia, considero que el enriquecimiento como
terapeuta solo se puede llevar a cabo a través de la experiencia, la teoría es
importante; sin embargo no puede sustituir la realidad que el terapeuta vive al
momento de ejercer la profesión.
Bibliografía
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